Sobre el mar, todo parece una ballena resoplando, un delfín jugando entre las olas, y nunca lo son. Por un momento, parece que va a ser imposible ver nada. Pero de pronto, en medio del reflejo con el que el Sol quema las olas, sube y baja despacio una silueta negra. «¡Parece que hay algo!», grita un tripulante encaramado a la proa. La embarcación se acerca muy despacio, sin ruido, hacia esa zona. De repente, seis aletas negras salen a flote casi a la vez y el tiempo parece detenerse.
«Son calderones tropicales», aclara Aguilar, que hizo su tesis doctoral en este mismo lugar y con estos animales antes de ser profesora de Biología Marina de la Universidad de La Laguna e investigadora visitante en la Universidad de Saint Andrews (Escocia). Parece saber con antelación lo que se disponen a hacer en cada momento. Los animales, como en una coreografía, alzan y curvan sus lomos y Aguilar dice sin pensarlo: «Hasta dentro de un cuarto de hora». Las siluetas, de entre cinco y seis metros cada una, desaparecen en las transparentes aguas haciendo un picado hacia el abismo.
Los calderones tropicales ('Globicephala macrorhynchus') son cetáceos de profundidad, sólo se alimentan a más de 500 metros bajo la superficie, aunque pueden descender hasta más de 1.000 metros para capturar algún calamar gigante.
Estos animales están lejos del lugar en el que Repsol está iniciando estos días los sondeos en busca de hidrocarburos y donde se produjeron el sábado los incidentes entre la Armada y Greenpeace en los que resultaron heridos dos integrantes de la organización ecologista. Ayer mismo, el Ministerio de Defensa justificó la actuación de la Armada, ya que la ONG iba a cometer un «delito de piratería».
Y también están a mucha menos distancia de la costa que el punto donde se realizarán las prospecciones. Pero los biólogos marinos aseguran que las aguas al este de las islas orientales son, si cabe, más ricas en cetáceos y otras especies animales que éstas al oeste de Tenerife: 30 de las 87 especies de mamíferos marinos que existen en todo el mundo habitan en el pedazo de mar que separa Marruecos de Lanzarote y Fuerteventura, donde están situados los permisos Sandía y Chirimoya que perforará Repsol durante los próximos tres meses para averiguar si existe o no petróleo en Canarias.
Para los expertos en fauna marina, las operaciones de exploración pueden tener un impacto importante sobre los cetáceos, pero también sobre aves marinas e incluso sobre pequeños organismos invertebrados. «La exploración de petróleo puede tener varios impactos, pero sobre todo acústicos y químicos», explica Aguilar. «La contaminación acústica es muy importante para los cetáceos porque usan el sonido para todas sus funciones vitales: ecolocalización para la búsqueda de alimento y socialización para el cortejo y para las relaciones sociales, que son muy importantes para los cetáceos», asegura.
Pero también existe un impacto químico, según los expertos, causado por la actividad prospectiva, sin necesidad de que se produzca un accidente que libere el crudo a los ecosistemas. «Los cetáceos son depredadores de alto nivel y concentran los contaminantes bioacumulativos que se hay en sus presas, un ejemplo de este proceso es un grupo de calderones varados en Estados Unidos que tuvo que ser clasificado como basura tóxica, por la gran acumulación de metales pesados en su cuerpo. El incremento de la contaminación química en Canarias repercutiría negativamente sobre los cetáceos, que al incorporarla pueden ver afectados sus sistemas inmunitario y reproductor.», dice la bióloga marina.
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/11/18/546a5b1822601ded238b458c.html
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