El combate mundial contra las enfermedades es silencioso, frustrante casi siempre, lleno de fracasos, pero ineludible. Pese a los incuestionables avances científicos y médicos, solo una enfermedad ha sido borrada del mapa definitivamente, la viruela, lo que da idea de la dificultad de la empresa.

La larva se desarrolla durante un año en el organismo humano. Convertida en lombriz, se desplaza hasta las extremidades inferiores, donde rompe la piel para depositar sus crías. La extracción del parásito puede durar horas o días. Es muy dolorosa y provoca fiebre y vómitos. La prevención de la dracunculiasis es muy simple: se trata de que la gente tome agua no contaminada. Cuando el Centro Carter comenzó a liderar la primera campaña mundial para erradicar al gusano de Guinea en 1986, 3,5 millones de personas eran infectadas cada año en África y Asia. El 99,9% de las batallas están ganadas, pero no la guerra.

Estamos cerca de la línea de llegada.
Erradicar, eliminar y controlar son cosas bien distintas, como bien se encarga de explicar la exposición del Museo de Historia Natural. Erradicar es librar al mundo entero de un mal; eliminar supone acabar con la enfermedad en determinados países; controlar es evitar que los contagios aumenten. Las fotos de la muestra ilustran las dificultades del trabajo sobre el terreno, la falta de medios, la necesidad de educación e información, aspectos en ocasiones más importantes que las vacunas.
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