lunes, 4 de mayo de 2015

El acoso escolar deja más secuelas que el maltrato por parte de adultos

Las huellas del maltrato infantil causado por adultos (básicamente los padres) en las víctimas están ampliamente documentadas: mayor riesgo de sufrir ansiedad, depresión, de abuso de drogas o de intentos de suicidio, además de peores resultados académicos. Pero, ¿qué consecuencias tiene el acoso escolar? ¿Las secuelas que dejan las humillaciones, los insultos, las burlas, la marginación del grupo, los golpes o las vejaciones repetidas por parte de los compañeros son peores que las provocadas por el maltrato en el entorno familiar?
Un estudio publicado en The Lancet Psychiatry ha tratado de arrojar luz a los efectos de esta modalidad de violencia física, verbal o psicológica entre menores (bullying, en inglés) y concluye que las víctimas de este tipo de agresión son más susceptibles de padecer problemas de salud mental al llegar al final de la adolescencia que las personas vejadas por adultos. En especial, de ansiedad, aunque también (aunque aquí la distancia es más reducida) depresión y tendencia a autolesionarse o a tener i
deas suicidas.
“La conclusiones del trabajo no me sorprenden en absoluto”, comenta Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba y especialista en acoso escolar. “Es un estudio muy bueno y muy interesante”, añade.
El trabajo, que se ha presentado recientemente en la reunión de las sociedades pediátricas estadounidenses (Pediatric Academic Societies), destaca la dimensión mundial del problema de la violencia entre menores. Para ello, los autores de la investigación, profesores de psicología de la Universidad de Warwick (Reino Unido), remiten a una revisión de la situación en 38 países donde  uno de cada tres menores ha sido acosado.
En España un análisis de 2009 publicado en el International Journal of Psychology and Psychological Therapy muestra que el nivel de incidencia se sitúa en unas tasas ligeramente más bajas: el 23%. “Está presente en todos los niveles analizados, siendo los últimos cursos de Educación Primaria [en especial a los 10 años] y los primeros de la Secundaria [a los 13 años] los que registran mayor incidencia”, precisa el documento.

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