Para saber cómo le afectan a las moscas los sobresaltos, un grupo de científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) ha estado asustándolas en distintas condiciones y ritmos, observando su reacción más allá del primer brinco. Sus resultados muestran que la respuesta de las moscas ante una amenaza visual no es solo la de un escape momentáneo, sino que más bien implica un estado cerebral con semejanzas con lo que llamamos el miedo en los organismos superiores. "Esto no quiere decir que las moscas sientan miedo, sino más bien que entran en un estado de actitud defensiva persistente, que puede ayudar a responder de manera más rápida y fuerte a las amenazas futuras", explica David Anderson, principal autor del estudio que recoge estas conclusiones, publicado en Current Biology.
Incluso cuando estaban pasando hambre, las moscas se tomaron su tiempo antes de regresar a la comida después de dispersarse por la presencia de la sombra, lo que sugiere que a estos insectos les lleva su tiempo volver a recuperar la calma. Y cuantos más sustos sufrían, más tiempo tardaban en calmarse y volver a la comida. Además, cuando estaban en grupo tardaban menos en regresar que cuando estaban solas.
Estos investigadores comparan la reacción de las moscas ante una amenaza con la de las personas ante unos disparos. Un único tiro nos pone alerta; varios seguidos, nos asustan todavía más; después, estaremos sensibles y hasta un simple portazo nos provocará un sobresalto. Estas mismas secuencias se observaban con las moscas. Dentro de un recinto circular, un instrumento parecido a una pala para jugar al ping-pong creaba una amenazante sombra sobre las moscas, como una espada de Damocles, que nunca llegaba a golpear. Así crearon distintas circunstancias para ver cómo reaccionaban a varios sustos seguidos, en compañía y en solitario, pasando hambre en presencia de comida, etc.
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